¿Cuál es la importancia de la salud de la planta para la eficacia del fungicida?
La salud de una planta significa un aporte balanceado de nutrientes, un gasto mínimo de energía y la máxima conversión de la energía disponible en producción de granos. Cuando un fungicida se aplica en una planta sana, los procesos involucrados en la protección —como la absorción, el metabolismo y la acción del fungicida— se activan rápidamente, generando una defensa eficiente. Cuando esta protección eficaz se complementa con mecanismos de defensa propios de la planta, el resultado es la máxima eficacia.
Por el contrario, cuando la planta ya está infectada por patógenos, tanto la actividad de sus defensas como los procesos relacionados con la aplicación del fungicida tienden a mostrar un resultado inferior. Esto ocurre porque la fisiología de la planta no logra aportar la cantidad suficiente de compuestos secundarios responsables de combatir al patógeno. Con una defensa debilitada, la demanda de control recae casi por completo en el fungicida. Sumado a las limitaciones metabólicas, esto se traduce en menor eficacia.
Por esta razón, el manejo preventivo es fundamental: proteger las plantas en los estadios iniciales de una enfermedad asegura mayor eficiencia de los fungicidas y mejores resultados en el campo, sin comprometer la fisiología de una planta altamente productiva.