La soja es una de las principales commodities agrícolas del mundo, y América del Sur es la principal región productora. Brasil, en particular, es el mayor productor mundial de soja, representando aproximadamente el 35% de la producción global. El área de siembra de soja en América del Sur ha aumentado significativamente en las últimas décadas, pasando de aproximadamente 22 millones de hectáreas en la década de 2000 a más de 68,6 millones de hectáreas en la actualidad. La producción de soja en América del Sur ha crecido de manera aún más destacada, de aproximadamente 55 millones de toneladas en la década de 2000 a alrededor de 235 millones de toneladas en la actualidad. La productividad, de 2,5 t/ha en 2000, ha evolucionado a cerca de 3,4 t/ha en la cosecha actual.
Existen varios factores que contribuyeron al aumento de la productividad de soja en América del Sur, tales como: mejora de las técnicas agrícolas, aumento del uso de fertilizantes y enmiendas; biotecnologías con resistencia a herbicidas y tolerancia a plagas y enfermedades; genéticas con mayor potencial productivo, agroquímicos más eficientes, entre otros.
A pesar del aumento significativo en la productividad de soja en América del Sur en los últimos años, existen algunos desafíos que deben ser enfrentados para sostener el crecimiento del sector. A pesar de la creciente productividad en las últimas décadas, es necesario seguir aumentando la productividad de la soja; La necesidad de aumentar la eficiencia de la producción, reduciendo los costos de producción (o al menos no incrementándolos más); La necesidad de mejorar la sostenibilidad de la producción de soja; Y la necesidad de enfrentar el cambio climático.
Factores que influyen en la construcción de la productividad en soja
La productividad de la soja está influenciada por una serie de factores, que incluyen:
Ambiente de producción: Los factores ambientales, como el clima, el suelo y el manejo del agua, tienen un impacto significativo en la productividad de la soja, siendo responsables de más del 60% de la respuesta en productividad.
Nutrición: La nutrición adecuada y equilibrada es fundamental para mejorar la productividad. Por otro lado, la fertilización es el insumo de mayor impacto en la composición del costo de producción del cultivo.
Genética: Las variedades de soja han evolucionado considerablemente en las últimas décadas, siendo el mejoramiento genético uno de los grandes responsables del aumento de la productividad. Ha contribuido con alrededor de 40 kg/ha/año. Las variedades difieren en su potencial de productividad, siendo algunas más adaptadas a determinados ambientes y condiciones de cultivo que otras. Un ajuste fino en el posicionamiento de las variedades puede tener un impacto de hasta un 30% en la productividad.
Manejo: Enfermedades, maleza y plagas: El cuidado en el manejo del cultivo, como la distribución de las semillas, así como las estrategias que minimicen los impactos negativos de enfermedades, maleza y plagas, son fundamentales para maximizar la productividad.
El potencial productivo del cultivo de soja está directamente relacionado con los factores del ambiente de producción, la nutrición y la genética seleccionada. Las prácticas de manejo son importantes para evitar las pérdidas que pueden surgir debido a los diferentes factores.
Enfermedades en la soja y sus impactos en la productividad y rentabilidad
Las enfermedades en la soja pueden causar pérdidas significativas en la productividad, afectando la calidad y la cantidad de los granos producidos. Algunas de las principales enfermedades de la soja incluyen: antracnosis, cercosporiosis, roya asiática, oídio, mancha de objetivo, mancha marrón y moho blanco. Algunas de estas enfermedades pueden causar pérdidas de más del 70%, como es el caso de la antracnosis, la roya y el moho blanco.
Enfermedades que históricamente tenían un menor potencial de daño deben ser consideradas con mucho rigor en la definición de las estrategias de manejo, como es el caso de la cercosporiosis, que con pérdidas de productividad de entre el 5 y el 10%, ya tiene un impacto importante en la rentabilidad del cultivo.
El manejo de enfermedades en soja es un proceso complejo que requiere una comprensión de los patógenos, las condiciones ambientales que favorecen el desarrollo de enfermedades y las estrategias de manejo disponibles. Al usar un enfoque integrado, los agricultores pueden reducir las pérdidas causadas por enfermedades y mejorar la productividad de la soja. Varias estrategias deben ser adoptadas para el manejo de enfermedades en soja, como las siguientes:
Rotación de cultivos: Ayuda a reducir la presión de inóculo de algunos hongos, interrumpiendo el ciclo de vida de estos patógenos.
Cultivares tolerantes a enfermedades: Cada cultivar tiene diferentes niveles de tolerancia o susceptibilidad a enfermedades. Es importante seleccionar cultivares más tolerantes.
Tratamiento de semillas: Práctica importante para proteger las semillas y las plántulas de enfermedades transmitidas por el suelo y las semillas.
Época de siembra: Práctica que influye en algunas enfermedades, como es el caso de la roya asiática de la soja.
Uso de fungicidas: La selección de fungicidas adecuados a las necesidades de cada escenario es fundamental para mejorar la rentabilidad.
Momento de aplicación de fungicidas: El momento de la aplicación de los fungicidas puede ser incluso más importante que el propio producto a aplicar, lo cual es imprescindible para mejorar la rentabilidad, ya que se trata de mejorar el resultado sin incrementar el costo de producción.
Resultados de campo
Los resultados de campo han demostrado pérdidas de entre 9 y 29 kg/ha/día de retraso por el momento de la primera aplicación, dependiendo de la variedad, cuando se aplica un fungicida de alto rendimiento (premium). Con los precios actuales de la soja, esto representa entre R$ 17 y R$ 55/hectárea de pérdida por cada día de retraso en la primera aplicación de fungicida premium. En la fase reproductiva de la soja, en escenarios con presencia de roya, el retraso en la aplicación de fungicidas puede generar pérdidas de entre 12 y 80 kg/ha/día, dependiendo de la variedad. Esto representa una pérdida de entre R$ 23 y R$ 151/hectárea por día de retraso en la aplicación. Estas pérdidas pueden evitarse ajustando los momentos de las aplicaciones de fungicidas, considerando parámetros como la fecha de siembra, la ubicación del cultivo, la variedad, el clima de la zona, entre otros. Lo más importante es que no es necesario un incremento significativo en los costos de producción.
Por lo tanto, acertar las fechas ideales para la aplicación de fungicidas es una estrategia de gran impacto financiero para el productor, ya que evitar perder 5 sacos/ha, por ejemplo, usando los mismos fungicidas, impacta de manera proporcional en las ganancias de esa cosecha. Es decir, se obtienen 5 sacos/ha adicionales de ganancia. Considerando las rentabilidades promedio de los cultivos de soja de la región, esto representa un impacto de entre el 15% y el 25% de ganancia extra.
Sidinei Neuhaus
Ing. Agrónomo
CRO de DigiFarmz